jueves, 12 de noviembre de 2009

Redacción. Viaje a ninguna parte


Hay varias clases de sueños, según tus deseos y tu estado de ánimo. Cuando sueñas, normalmente sueñas con algo inalcanzable que se corresponde a tus deseos, tus aspiraciones e incluso a tus miedos y temores. Pero lo sueños son sueños, y lo pero que tienen es que al final, te tienes que despertar.

Últimamente mis sueños se basaban única y exclusivamente en María, una chica estupenda, maravillosa, se podría decir que ella es la mujer de vida.

Seguro que os preguntáis quién es María, bueno salvo el nombre no sé mucho más sobre ella.

María se sube en el mismo autobús que yo, y desde que la vi aquella mañana fría en la que al subir al autobús ella me clavo el codo, no dejo de pensar en ella, en sus ojos, sus labios, su pelo, Ave maría, ¿cuándo serás mía?

Obviamente debido a ataques repentino de timidez siempre la seguía en la distancia, nunca hablaba con ella, nunca me sentaba a su lado, solo la miraba y si ella me devolvía la mirada, yo sonreía.

Afortunadamente, un día de esos que son normales, yo lo quise hacer intenso. Me armé de valor y me puse a su lado en el autobús con la extraña intención de hablar con ella. Tuve que esperar cinco minutos hasta que por fin me decidí. La primera frase que dije habría acabado con cualquier posibilidad de relación con otras chicas, pero no, María no era como las otras chicas. Empecé hablando sobre el frío que hacía, ella calló pero esbozo una sonrisa, un gesto claro de que quería que siguiera hablando o al menos así pensé yo, así pues seguí con la conversación, le pregunté qué estudiaba, en qué curso estaba, le pregunté sobre su familia, le hablé de mi vida, y lo mejor fue que ella me respondía.

Fue una maravillosa conversación hasta que se tuvo que bajar en su parada, pero para entonces ya habíamos quedado para tomar un café por la tarde.

Por la tarde entre café y café seguimos conversando, era una chica maravillosa, tal y como dije antes la mujer de mi vida. Después de los cafés nos fuimos al cine, y allí con la voz de Will Smith de fondo, unimos nuestros labios en un momento que me hubiese gustado que hubiese sido eterno.

Entonces ella me cogió de la mano y con sus dedos, sus suaves dedos, me pellizcó y lamentablemente, desperté.