viernes, 20 de noviembre de 2009

Yo, yo mismo y el prólogo.

Cuando uno termina de leer este «cacho» de libro parece que ha cumplido el Teorema Del Pobre: Reventar antes que sobre. Por que este libro me ha hecho sentir la extraña sensación de querer leer y leer para saber cómo continúa las aventuras o mejor dicho, las desventuras del señor Cacho y eso que yo no soy asiduo a las letras, salvos que estén impresas en un periódico deportivo o en unas revistas «románticas».
Todo el libro esta envuelto en un aura de humor basado en la realidad que transmite Francisco Palacios. La historia de su Juan Cacho parece que está escrita por el mejor Woody Allen, ese gran genio que basaba la mayor parte de las características de su personaje en él mismo al igual que mister Palacios con Juan Cacho. El cacho de Juan tiene parecido con el mejor Homer Simpson con sus frases de humor inteligente y sus musarañas en la cabeza.
En este libro encontrarás a vecinos con sus ganas de cotillear todo el rato, un entierro, lágrimas, amor en un Chat, amigos con una profesión no muy recomendable, una cortina tirada por el suelo, dos cerezas colocadas en un lugar estratégicamente perfecto, fiestas por la noche y por el día, un bar donde poder pensar en lo sucio que estar el bar, amor, porno (amor y porno, ¿pero son compatibles?), el morbo de hacer el acto físico del amor con tu profesor, … Este libro trata de hacerte reír contándote la vida de Juan Cacho, se podría decir que es la realidad del humor, si no quieres saber qué significa las palabras crisis, hipoteca, paro y desamor, y no tienes ganas de discutir sobre cualquier tema estúpido en tu Dos Tercios del Quinto (con la de cosas bonitas que se pueden hacer con la boca, ¿por qué la vamos a malgastarla discutiendo?), este libro es compra obligada.
Si quieres pasar un rato divertido a carcajadas (cuidado cuando te miren mal en el autobús), has elegido bien, si por el contrario no quieres soltar ni una de tus risas ya puedes poner este libro como soporte en tu sofá cojo.